MI PRIMERA DOSIS DE TESTOSTERONA“I remember when I lost my mind”
- DanteBonelo
- 28 feb 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar

03 de febrero de 2024
Este episodio de mi vida merece una mención de la fecha. El tres de febrero de dos mil veinticuatro me inyectaron mi primera dosis de testosterona. Aún no puedo creerlo. Todavía recuerdo la oscuridad de aquellos días en los que no podía dormir y me preguntaba porqué me tenía que sentir así, tan equivocado, tan raro, tan en la frontera, tan fuera de lugar, tan indeseable, tan infeliz, tan vulnerable, tan desbordado, tan inmoral. Todavía recuerdo las tardes que pasaba a solas - cuando Ella no estaba - viendo fotos de hombres trans en Internet, leyendo sobre la terapia hormonal y sobre la mastectomía, especialmente esta última. Me repetía a mí mismo incesantemente que algún día yo no iba a tener estas tetas, pero que probablemente Ella no me iba a desear así y que igual ni tenía plata para la cirugía.
Recuerdo vívidamente cuando me preguntó si creía que yo era trans y le dije que no. También ronda en mi cabeza cuando compré el dildo negro y un arnés para ponérmelo. Zorrini me acompañó y me ayudó a escoger uno de tamaño realista. Me daba mucho morbo penetrar. Penetrar como si fuera con mi propia verga. Pero no me gustaba la idea de estar en el rol del penetrado, pues me aterraba sentirme sometido, aunque terminaba estándolo por la magia de sus dedos o de su lengua. Igual el del pene tenía que ser yo.
Todavía recuerdo la primera vez que le conté a la psicóloga, al borde del llanto, con la voz temblorosa, que me encontraba muy confundido con mi género y ya no lo podía soportar más. O el doloroso momento en el que el tan siempre deseado cuerpo de la señorita W no fue suficiente para que yo pudiera brindarle mi lujuria y al contrario respondí con lágrimas porque sentía que algo imparable estaba sucediendo en mí y ya no podría seguir cargando el título de la primera mujer en su vida sexo-afectiva, pues esa lógica no me encajaba y me incomodaba.
También recuerdo las horas que pasé con el señorito M, entre vino y cerveza barata. Esa noche tomé un Didi justo después de pasar una tarde increíble con la señorita W. La confusión me aterraba, quería que alguien realmente me viera, que me diera una luz. Llegué a su barrio gomelo y me adentré en su apartamento, donde nos embriagamos, cantamos, nos besamos, y nos acostamos. Me preguntó si había ido por curiosidad (se refería a su cuerpo transexual). Le dije que no sabía bien, que iba a ver qué pasaba, que estaba confundido con quien era yo. Me pidió un beso y le dije que sí. Luego, al ver y sentir su carne desnuda entendí que le deseaba, sí, pero que el estar ahí respondía más a una indagación de su cuerpo como reflejo de lo que yo podría ser y en lo que podría convertirme.
Todavía recuerdo cuando decidí contarle a Zorrini, quien me escuchó atentamente y me dijo que simplemente la decisión que tomara, la tomara informadamente. Él siempre ha sido un abrazo para el alma; O cuando le comenté a Natha, con quien me abracé fuertemente y nos despedimos hasta la próxima, que aún no ha llegado; o cuando me tomé un vino y lo hablé con mi mamá por video llamada; o cuando mi abuela negó totalmente el hecho y cuando le mandé un saludo de parte de Dante, gritó que no, que para ella Laurita siempre. Ese día lloré como una magdalena porque ya no sé si puedo volver a hablar con ella, pues me hace mal.
En fin, recuerdo cómo hace unos meses el tiempo pasaba y yo lloraba y lloraba. Pero también me empoderaba y me empoderaba porque es una chimba permitirme ser yo. Todo eso evocaba y pensaba mientras esperaba en Cruz Verde a que me entregaran la testosterona. También pensaba en cómo sería volver a Garzón con mi cuerpo distinto. El corazón se me aceleraba y me preguntaba si había tomado la decisión correcta. Sin embargo, la emoción a la vez me inundaba y disipaba toda duda. La sensación hermosa de cada vez que en la calle me “confundían” y me decían niño, señor, amigo, o incluso mi rey, y tener presente que podía cumplir lo que por tanto tiempo había soñado en secreto, sacaba la sonrisa más sincera y pura de mi ser.
Al fin llegó mi turno. Tuve que firmar un par de papeles, pagar la cuota moderadora, y ya tenía en mis manos la tan anhelada primera dosis. Era sábado y no podía aguantarme hasta el lunes que me inyectaran en la EPS, así que empecé a buscar una farmacia que ofreciera el servicio. Me fui a una grande. La rabia me sofocó porque cuando pregunté, me dijeron que sí inyectaban, pero con fórmula médica. Les dije que claro, que ahí la tenía. Me preguntaron qué medicamento era. Cuando dije que era testosterona, inmediatamente me dijeron que no. Pregunté por qué no, si yo tenía la fórmula. La respuesta, básica: Ponemos otras cosas, penicilina, cosas así, pero testosterona no. La sangre me hervía y me aguantaba las ganas de gritarles MALPARIDOS HIJUEPUTAS.
Caminé con desilusión y me senté cerca. Vi una larga lista de farmacias a las que empecé a llamar. Muchas ya no ofrecían el servicio de inyectología. Empezaba a desesperarme. Me levanté de la silla en la que estaba y derrotado dije que esperaría hasta el lunes. Así que empecé a caminar hacia el metro para ir a casa y descansar. De repente se posó frente a mí otra farmacia. No tenían pinta de poner inyecciones, pero dije: ¿por qué no? Ingresé y le pregunté a quien atendía. Era un hombre moreno, con acento costeño y con una pequeña malformación en su mano. Me dijo que no tenían camilla y por eso no ofrecían el servicio. Le respondí que no me importaba, que yo podía estar de pie, así que accedió a ponerla.
Siguiendo al hombre, nos dirigimos a la parte de atrás del counter, donde había todo un mundo de medicinas. Suave y tímidamente bajé un poco mi pantalón en la parte de la nalga derecha. Apoyé la pierna izquierda y traté de relajarme. Luego sentí el pinchazo. El líquido entraba lentamente y se sentía pesado, espeso. El tipo me dijo que era demorada y dolorosa porque la sustancia era como aceitosa. Le respondí que tranquilo. Terminó y me subí nuevamente el pantalón. Le di diez mil pesos y me fui. Me sentía como en un videoclip de una canción pop, como en una película con narrador omnisciente, como en una novela con final feliz. Me sentía como un tipo afortunado que caminaba por las calles de Medellín.
02 de Mayo de 2024
MI SEGUNDA DOSIS DE TESTOSTERONA
Esta vez estoy de nuevo muy contento. Más porque el trámite ha sido absurdamente rápido, lo cual obviamente me encanta. Autoricé la testosterona, la reclamé, y me la inyecté el mismo día :) Esta vez me la inyecté en la EPS. Una de las enfermeras no tenía ni idea, nunca había visto Undecanoato de Testosterona en su vida y al parecer tampoco a una persona trans. La otra dijo que solía ponérsela a un doctor. No estoy seguro de si entendí el contexto. No sabía cómo sentirme. Eran tan amables, pero no tenían ni idea de verdad de cómo tratarme. Mi inseguridad tampoco me ayudó a explicar mucho. "Mis pronombres son masculinos, refiérase a mí en masculino", le dije a una de ellas.
En fin. Estoy feliz y a la expectativa de los cambios.


17de Junio de 2024
SOBRE EL 1 DE AGOSTO: Mi tercera dosis de testosterona. 11 de agosto, 2024
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