Hay un cadáver en el baño. En más de una ocasión he visto cómo Frika y Baco se alistan para matar salamandras, o salamanquesas, como les llamaban en Garzón. Cada vez que veo una subiendo las paredes, ya la compadezco a la pobrecilla. Pero no hago nada. He sido testigo de cómo la persiguen. Luego le quitan la cola, supongo que para que pierda rapidez, pero siga siendo entretenimiento. A veces le quitan una pata también. Pero solo una. Podrían comérsela, pero no lo hacen. No matan por hambre. Lo hacen por instinto, y parece que por entretenimiento. Pero son gatos, no humanos.
Algunas veces, también, ponen la salamandra debajo de una de las prendas que dejo en el piso, así es más divertido para ellos jugar a las escondidas asesinas. Muchas veces la salamandra dura un día entero, o hasta dos, mutilada y viva. Con dificultad, cada ciertas horas se cambia de posición en el piso. Después de unas horas de andar sin cola, empieza a cambiar de color. Su blanco transparentoso se empieza a tornar de un color escarlata y luego negro, hasta que muere y tal color se apodera de su cuerpo entero. Después se endurece. Yo sigo sin hacer nada. Solo veo el proceso como si observara desde un universo alterno, una realidad virtual.
A veces dejo el cuerpo varios días en el lugar que yace y no entiendo bien porqué lo hago. Hay momentos que no es más que mi espíritu procrastinador, que me impide hacer las cosas en el momento, pues muchas veces hacer una simple tarea me puede tomar una semana o más: lavar un plato, recoger una cáscara, sacar la basura, comprar un jabón, hacer una llamada, responder un chat, presentar un quiz. En otros momentos, pienso que ese cuerpo frío y tieso me sirve como recordatorio de que la muerte es segura, angustiante, pero sobre todo de que puede venir con persecusión, con indolencia, con crueldad, con sevicia, con tortura, con soledad, sin apoyo.
Entonces trato de ponerme en los zapatos de la salamandra y sentir su angustia. -Pobrecita, digo y me meto a la ducha. Tengo que ir a trabajar. Vuelvo en la noche y la veo nuevamente. Ahora veo el cuerpo yerto de aquella salamandra y ya no veo una salamandra. Veo víctimas de las guerras. Angustiadas, perseguidas con indolencia, con crueldad, con sevicia, con tortura, con soledad, y sin apoyo. Luego en ese cuerpo veo una cantidad de personas trans angustiadas, perseguidas con indolencia, con crueldad, con sevicia, con tortura, con soledad, y sin apoyo.
Hace unos días veía las noticias: Garzón, Popayan, Palestina, personas, trans, muertes, muertes, muertes, asesinatos, asesinatos, asesinatos.
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