Entre un espesor selvático
de dudosa procedencia,
más dudosa prospectiva,
de no-lógica doxástica,
de política en construcción,
de bambú y azufre,
de no-lógica ontológica,
de edén y averno,
de chachica y chuca,
se mece el centro del universo.
Ser joven es ser un dios glotón
y de incertidumbres estar lleno.
Ir con mano de mendigo
y un acento lastimero
desafiando al mundo entero.
Ser joven es matar con tiempo al tiempo.
Es creerlo todo, ser y no ser al mismo tiempo.
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